En este óleo sobre tela montada sobre HDF de Frida Kahlo, realizado en 1945, es considerada una de las más perturbadoras y poderosas pinturas de la artista mexicana. En ella, pretende reflejar el estado en el que se encuentra, que por la falta de apetito requiere ser alimentada por un embudo.
La idea del embudo como un instrumento de tortura, tal y como ella lo representa a través de ese tamaño descomunal que precisa de su propia estructura, probablemente fue tomada de un libro sobre la Inquisición Española, ya que era uno de los tormentos habituales utilizados por los verdugos. Sobre el monte de comida cruda se encuentra una calavera mexicana de azúcar con el nombre de la artista. Esas calaveras eran comunes en el día de los muertos y su papel en la pintura es hacer una alusión a la muerte, mientras el azúcar representa la dulzura de la vida.
El cuadro se encuentra en el Museo Dolores Olmedo Patiño, Ciudad de México, México.