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Capricho de Goya: No hubo remedio

De la misma época que el anterior, 1797 – 1799, este el capricho 24. Se trata de un aguafuerte, punta seca, escoplo, aguatinta bruñida sobre papel verjurado, ahuesado.

En él se representa de nuevo un Autillo o penitencia pública de una mujer condenada a azotes por hechicera, la cual sale montada en un asno, desnuda de medio cuerpo arriba, sambenito y collarón de hierro. Tiene las manos atadas a la barra de metal que sostiene el collarón. La tortura y los interrogatorios han dejado su impronta en su rostro, que se muestra intimidado a consecuencia del dolor, la humillación y el miedo. Unos guardias sin expresión la escoltan a ambos lados, seguida del pueblo entre risas despectivas e ira religiosa.

Con el título No hubo remedio, el pintor critica el estado de superstición y obscurantismo que aún persistía en el pueblo español.

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